No hay arreglo
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  La frase cubana describe la situación actual de las relaciones Cuba-Estados Unidos, donde de nue-vo se prolonga el impasse entre los dos países, sin una solución visible a las tensiones y el aislamiento entre los dos gobiernos, lo cual data por cinco décadas y no da visos de finalizar, aunque en el aspecto comercial, se incrementen las compras cubanas de alimentos a compañías norteamericanas hasta un billón de dólares en apenas seis años.
  Sin embargo no hay, ni se avizora, un terreno común, no si para las relaciones al menos los contac-tos entre la actual Administración republicana y el Gobierno cubano.

¿Raulismo?

  A pesar de las declaraciones y los estudios de cubanólogos, no hay base cierta en que la cesión de responsabilidades a Raúl Castro por su hermano Fidel, vaya a provocar un cambio en el sistema de partido único y economía centralizada que ha perdurado a 90 millas de las costas de la unión ameri-cana.
  Atentados personales, campañas internacionales, bloqueos navales y un embargo económico de cuarenta años no han hecho mella en el rumbo de la Revolución cubana y a pesar de la difícil situa-ción económica que ha agravado la existencia del cubano común, Fidel Castro sigue en el poder y con achaques y males de salud, continúa al timón del país.
  No se puede culpar a las Administraciones norteamericanas de intentar todo lo posible en el arsenal legal e ilegal para cambiar el destino de Cuba. Desde la invasión de Playa Girón (o Bahía de Cochinos) hasta los contactos secretos entre emisarios y las cientos de visitas de senadores, congre-sistas, gobernadores, funcionarios y hasta periodistas y hombres de negocios, en lleva y trae de mensajes y señales.
  Sin embargo, como dije anteriormente, no existe un terreno común para, sino al menos llegar a un arreglo, intentarlo, con conversaciones y discusiones entre diferentes niveles de gobierno, pues no existen puntos de contacto, sino planteamientos para la controversia y el alejamiento, donde las par-tes no moderan el conflicto.

El exilio histórico

  No podemos olvidar el papel del grupo político dominante de la comunidad cubano americana, re-presentado por tres congresistas y dos senadores en las instancias federales, sin contar las decenas de otros políticos en los niveles estatal y local, o los miles de funcionarios en las diferentes instancias de gobierno, ha contribuido a bloquear iniciativas dirigidas al entendimiento y más recientemente los viajes culturales y académicos que pudieran contribuir a este esfuerzo.
  Sin dudas quien más ha sufrido con este bloqueo de viajes y contactos han sido las familias que tratan de ayudar a mitigar la situación económica de los suyos en la isla, las cuales sólo pueden viajar legalmente a Cuba una vez cada tres años y esto en viajes extremadamente costosos que pueden alcanzar los miles de dólares en documentación, pasajes aéreos y la ayuda que llevan.
  El castigo por parte de quienes ostentan el poder político en la comunidad, a los sectores más humildes dentro de la reciente inmigración cubana, ha creado una división insalvable, entre los que llegaron en los años 60 y sus descendientes, mas quienes se han unido a su línea de extrema en los últimos años y crea un precedente peligroso para el futuro político de sus voceros y representantes, cuando en las urnas les pasen la cuenta cuando estos emigrados recientes se conviertan en ciudada-nos.

Militarización del turismo

  Del otro lado tampoco ha existido una respuesta positiva a estos intentos, pues como un reflejo lógico a la política de agresión y presiones por parte de las administraciones norteamericanas y su respuesta pública de apoyo a las tendencias más agresivas de la extrema derecha de la comunidad exiliada de Miami, se ha endurecido la política contra los visitantes y los posibles acercamientos.
  Los contactos con sectores mas moderados de los cubanos en el exterior han ido decreciendo, así como el interés por la promoción de viajes familiares, académicos y de instituciones o grupos reli-giosos o profesionales desde los Estados Unidos y otros países, como parte de la reducción drástica del turismo a la isla, militarizado en el control del ejército de las instituciones que organizan y des-arrollan los viajes.
  El turismo y las visitas de los comunitarios  cubano americanos no representa para Cuba en la ac-tualidad el mismo ingreso importante que en el pasado, pues los gastos de suministros importados para mantener la actividad turística en funcionamiento, no ameritan los resultados de las lucrativas ventas de níquel (la isla tiene las cuartas reservas del mundo), los pagos por derechos de perforación petrolera en la zona cubana del Golfo de México y el llamado plan Milagro costeado por Venezuela donde cientos de pacientes latinoamericanos vienen a recibir tratamiento en centros de salud cuba-nos.

La enfermedad de Fidel

  La crisis de salud de Fidel Castro, a la cual la prensa norteamericana dio la lectura de explosiones callejeras en la calle 8 de Miami, mostró la realidad del sentir de una parte del exilio cubano, has-tiado de políticos cuyo único programa es el enriquecimiento con el pretexto de Cuba y puso en la calle la verdadera intención de los cientos de miles de emigrados de la isla: la prosperidad económi-ca de ellos y sus familias en una Cuba diferente.
  No hubo una plataforma ni un plan en esas demostraciones, porque no existe en la comunidad cu-banoamericana un grupo político con un objetivo que sobrepase el enriquecimiento con el dinero federal asignado para la libertad de Cuba o las presiones políticas para obtener lucrativos contratos y concesiones de las ciudades, condado y estado, sin contar los presupuestos federales para la aten-ción a los ancianos, provenientes del Medicaid.
  Para ellos el destino de Cuba es dependiente de su beneficio local y la pregunta es ¿de dónde han salido las fortunas de los 2,000 multimillonarios cubanoamericanos? Busquemos en los presupuestos de Gobierno y los contratos facilitados por los políticos exiliados, ahí está el esforzado combate por la libertad.

No hay arreglo

  En conclusión, nos encontramos con el regreso al mando de un Fidel enfermo, el cual puede desde su silla de convaleciente extender el rumbo actual por cinco o tal vez siete años más de un país en una ola temporal de beneficio económico que no depende en lo general de recursos naturales e in-versiones que garanticen una estabilidad a largo plazo

y a la vez en uno de los momentos más bajos de las posibilidades de contacto y flexibilización de la política de contacto entre los dos países.

Esto, a quien afecta en lo general es a Liborio o al cubano de a pie, a sus seres queridos en los Esta-dos Unidos tratando de mantener los contactos y ayudarlos a paliar su situación económica y en de-finitiva al futuro de las relaciones de los dos países, sostenido en el limbo de la retórica y los inter-eses mediatos, sin un futuro cercano de normalización de una situación irracional de medio siglo.

Empecinamiento, soberbia e intereses políticos mantienen esta situación que no tiene una posibilidad inmediata de solución y a que a quien afecta es al cubano normal.


Por Pedro González Munné