Lecciones de la intentona golpista en Ecuador:
De Pancho Villa a Fidel Castro
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Opinión:
  Salvando las distancias históricas y los respetos a los caudillos, creo que en Latinoamérica no es la hora de Pancho Villa, y Fidel Castro hay sólo uno. El "asalto al cielo" que representó la Revolución Cubana es un ejemplo de valentía y solidaridad internacional, encabezado por un pueblo, del cual surgió una pléyade de dirigentes, con la figura de Fidel como puntero.
  Sin embargo, no son los mismos tiempos, ni tampoco las condiciones históricas y pongamos el ejemplo de Ecuador. Un país donde desde 1996 han habido siete presidentes, depuestos no precisamente por la simpatía popular, algo que Rafael Correa no se va a ganar como Pancho Villa y diría yo, tampoco como Fidel Castro. No son los mismos países, ni los mismos tiempos y a cada cual lo suyo.
  Como el mayor respeto que me merece el presidente Correa, si algo aprendió el pueblo cubano es a proteger a los suyos y sobre todo cuando la guerra era de verdad, contra el país mas poderoso del mundo, cada día embistiendo, con atentados a sus dirigentes, terrorismo, agresiones a la población y un embargo económico total destinado a rendir por hambre a un pueblo heroico.
  Pero, me parece que un mandatario, cuando es electo popularmente, sabe que si responde a ese pueblo va a tener en su contra a toda la oligarquía local con la mano peluda del imperio aupándola detrás, lo cual no implica solamente difamación y campañas de mentiras, tendrá también sus consecuencias entre los que están en las instituciones armadas y por intereses o estupidez pueden apuntarle sus armas al pueblo, o dispararlas contra sus líderes.
  En estos momentos el continente entero arde de insatisfacción y busca la esperanza, si sus dirigentes no entienden la necesidad de protegerse ellos mismos y por tanto, esos deseos populares de cambio y libertad, no solamente incumplen con su mandato, sino que cortan, prematuramente, las posibilidades de realizar sus propios procesos democráticos populares.
  No es hora de inmolarse en medio de la calle sin un objetivo real, es tiempo de ganar batallas y radicalizar los procesos, de dar lo mejor de nosotros mismos a la Revolución popular.
  De lo contrario, seremos otro monumento al futuro, cuando se necesitan más, líderes que mártires.


Coral Gables, FL Octubre 3, 2010
Por Pedro González Munné